Lo aclaro antes de que los fanboy inunden mis redes sociales con amenazas de muerte y destrucción: siempre he sido fan de la tecnología y siempre he pensado que si alguien quiere comprarse la pieza de más cara (desde un reloj hasta un Ferrari) está en todo su derecho de hacerlo.
Sin embargo, en ciertos temas, prefiero tomar una posición más conservadora. En caso específico el iPhone X (diez o equis, como sea).
Leo que alrededor del mundo la gente hizo colas para ser los primeros en adquirir el nuevo equipo y como diría mi abuelita, el mal ejemplo cunde y en nuestro país también se formaron para esperarlo.
Gente dispuesta a pagar de 23 a 26 mil pesos ¡por un teléfono celular!
Pienso lo que una persona de bajos ingresos pudiera hacer con ese dinero. ¡Pienso lo que YO pudiera hacer con ese dinero!
Si el nuevo iPhone realmente pudiera hacer cosas que otro teléfono hace; si pudiera llegar a donde la humanidad jamás pensó antes, si pudiera purificar agua, generar electricidad o prolongar la vida, tal vez pensaría que vale cada uno de esos 23 mil pesos.
Pero ese es el problema: el iPhone X no hace nada novedoso ni espectacular, simplemente es otro equipo de la marca con una pantallota.
Lo sé, hay niveles, pero para mandar mensajes por Whatsapp y postear en Facebook e Instagram -que es para lo que la gente utiliza sus smartphones- se puede hacer con equipos que cuestan el 10% del nuevo iPhone.
También lo sé: es un fenómeno de status. Apple ha sabido transformar sus equipos en “objetos de deseo” obligando a muchos a gastar lo que no tienen o a comprar equipos obsoletos por la pura satisfacción de tener algo una manzanita en la parte posterior.
Los que tienen más dinero (o capacidad para endrogarse) por supuesto que se harán del equipo más caro que ni en broma devuelve en servicio lo que cuesta.
Sí, dirán que soy un envidioso y un prángana que nunca podrá comprarse un teléfono que no sea para pobres (¡Sí! ¡Uso Android! :P), sin embargo sigo pensando que es una soberna estupidez recorrer las calles con un smartphone que cuesta más que un viaje de fin de semana de muy buen nivel para dos personas.
Perdón… así lo pienso.